A Chiang Mai como ya comentamos llegamos en el tren nocturno que cogimos en Ayutthaya.
Salimos de Ayutthaya como a las ocho de la tarde y llegamos a Chiang Mai sobre las ocho de la mañana. Viajamos en segunda clase y en las literas de abajo, mucho más cómodas que las de arriba.
Un poco de frío al principio con el aire acondicionado pero una vez montan las camas y uno se tapa con la supermanta que ofrecen el frío queda de lado y se duerme sin problema.
El viaje es bastante cómodo y si se viaja con niños es toda una experiencia para ellos. Magec por ejemplo entró dormido al tren y en cuanto abrió los ojos se espabiló y estuvo saltando de cama en cama hasta que acabó con nosotros e imaginamos que él acabó durmiéndose por aburrimiento.
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Risas en el tren nocturno |
Al llegar a Chiang Mai no hay que preocuparse mucho ni por el alojamiento ni por el traslado. Nada más llegar a la estación de tren hay un mostrador de información turística y montones de taxistas ofreciendo sus servicios y alojamientos varios así que oferta no os faltará.
En Chiang Mai estuvimos dos días con sus dos noches. Ya la mañana del tercer día arrancamos rumbo a Pai que era nuestro siguiente objetivo.
Dos días son suficientes para hacerse una idea de lo que puede ofrecer Chiang Mai y sus alrededores aunque lo ideal seguramente seria dedicarle tres o cuatro días para no dejarse nada importante en el tintero.
De echo nuestra idea era estar esos cuatro días en la ciudad pero viniendo de la tranquilidad que reina tanto en Kanchanaburi como en Ayutthaya, añadiéndole que el tiempo estaba algo revuelto y nos llovió los dos días y el propio ajetreo de la ciudad nos hizo desistir y salir rumbo a las montañas en busca de algo de naturaleza y sobretodo tranquilidad que era lo que más nos apetecía.
Nos alojamos en el casco histórico de Chiang Mai con lo cual la zona centro la podíamos visitar a pie tranquilamente ya que las distancias no son excesivas. Así que después de instalarnos y descansar un poco nos preparamos para salir y empezar con las visitas del día.
Wat Chedi Luang
La primera visita fue al Wat Chedi Luang, la parte principal estaba cerrada y no se podía acceder al templo porque estaban preparando una ceremonia pero así y todo la visita mereció la pena.
Aparte del templo principal y del gran chedi que domina todo el complejo hay un par de templitos más pequeños y un museo bastante interesante donde uno puede pasarse un buen rato mirando las fotografías antiguas de la ciudad y leyendo un poco de historia sobre la misma.
Al salir pusimos rumbo al Wat Chiang Man, lo único que como estaba empezando a chispear y era ya casi la hora del almuerzo paramos a comer en un restaurante chiquitito que vimos por la zona y que tenia pinta de ser un sitio donde entraban pocos occidentales.
El atrevimiento nos pasó factura y pagamos la novatada.
Por mucho que uno se documente y se piense que sepa cosas siempre te pillarán en algo nuevo.
Pedimos una “papaya salad” o ensalada de papaya, que suena bien refrescante y al final resultó ser el plato más picante que nos han servido en todo el mes con diferencia.
Lo más gracioso fue cuando al devolverlo y tratar de disculparnos explicando que no sabíamos que era tan picante, ellos entendieron que nos parecía poco picante y nos lo volvieron a “aliñar” y servir.
Cuando lo probamos y vimos que era más picante aun, al devolverlo de nuevo entramos en un bucle bastante cómico, ya que ellos pensaban que decíamos que era poco picante y la cocinera nos miraba y se echaba las manos a la cabeza, cada vez entendido menos lo que queríamos hacer con la ensalada.
Saliendo de comer nos pilló un buen chaparrón y los chubasqueros los teníamos en la habitación, así que nos refugiamos en una cafetería donde hicimos tiempo para ver si pasaba la tormenta, cosa que no ocurrió y dimos por concluida la jornada de templos y nos volvimos al alojamiento.
Nigth Market de Chiang Mai
Por la tarde – noche salimos a dar una vuelva por el Night Bazar, pero el tiempo seguía bastante revuelto y caminar entre los estrechos pasillos que quedan entre puesto y puesto, cubiertos de plásticos, y mojándonos a cada momento no era lo más idílico para disfrutar del mercadillo.
Cuando vimos la zona del Kalaree Nigth Market que está cubierto allí que nos fuimos y aprovechamos para cenar algo en su food center, que viene a ser como una placita dentro del mercado toda rodeada de puestitos de comida. Muy aconsejable.

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