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¿Cómo viajar sin plástico y cómo vivir sin plástico?
Este post lo teníamos en la recámara y abandonado desde hace algún tiempo y ha llegado el momento de retomarlo. Lo empezó a escribir Tania allá por el 2016 y aunque sea hoy yo quien le da forma, muchas de las ideas y emociones que contiene llevan su sello.
Ya os decimos antes de empezar a leer que no es tarea sencilla lo de viajar sin plástico, porque nos rodea allá donde vamos y, por qué no reconocerlo, es cierto que en muchas situaciones te hace la vida más cómoda. Pero hemos llegado a tal absurdo en el uso y empleo de los plásticos que, aunque este blog no se caracterice precisamente por ir “soltando chapas” y dar lecciones de moralidad, no podemos hacer otra cosa que dar un paso al frente.
Viajar sin plástico y vivir sin plástico -o con menos plástico- a veces puede resultar agotador, pero le debemos ese esfuerzo a la Tierra si queremos que las generaciones que vienen detrás puedan disfrutar mínimamente de ella.
Plástico en los viajes, en casa y en todo lugar
Cuando viajamos por el mundo siempre esperamos encontrar en los destinos que visitamos esas imágenes de postal que inundan las redes sociales o las revistas de viajes, pero nunca esperamos encontrar otras imágenes menos idílicas.
Ambas existen pero solo una se muestra y, es que los nos dedicamos al turismo, nos esforzamos en enseñar la cara más amable de las cosas, lo que vende. Algo totalmente lógico y lícito, porque el que vive del turismo no se va a tirar piedras sobre su propio tejado.
No hace falta irse muy lejos para darse cuenta de esto. Nosotros que vivimos en Gran Canaria lo comprobamos a diario y, es en parte, en esa indignación nacida en casa unida a lo vivido en los viajes donde nace este post, que seguramente tenga continuación, porque es un tema que da para rato.
En Gran Canaria las playas son uno de sus grandes reclamos. Imágenes como la de las espectaculares Dunas de Maspalomas, la urbanita playa de Las Canteras o el coqueto Puerto de Mogán son elegidas muchas veces para las campañas publicitarias de la isla, pero por poner un único ejemplo y no hacer demasiada sangre en nuestra casa, no muy lejos de ellas, en el sur, nos encontramos con un paraíso semi oculto llamado playa de Montaña Arena. Un espectáculo de playa durante gran parte del año, pero un desastre medio ambiental después de cada puente, semana santa o los meses de verano; cuando la afluencia masiva de gente convierte un día de playa en una auténtica gymkana tratando de evitar la basura abandonada.
Hay incluso algunos desaprensivos que ya no es que solo abandonen la basura en la playa, es que hacen el gesto de recogerla y en el pequeño camino de la playa al parking, ya que es una playa a la que solo se accede a pie, lanzan la bolsa de basura acantilado abajo.
¿¡¿Es necesario ser tan cerdo?!?
Tania ya estaba resignada a sufrir este tema, lo veía casi como parte del acervo cultural de algunos habitantes de esta isla.
Suponemos que la misma gente que no tiene reparos en utilizar los barrancos como escombreras por no acercarse hasta un punto limpio o llamar al ayuntamiento a retirar residuos voluminosos, son los mismos que se sienten impunes para ir repartiendo su mierda por las playas de la isla.

Pero no, eso no pasa solo aquí, pasa en todo el mundo y de ahí que el impacto que vivió en su primer viaje a Asia fuese aún mayor.
Viajar sin plástico
Llegar a Tailandia y darse cuenta que cuando uno sale de los metros de playa que cuidan los empleados del resort donde te alojas la basura se apila en montañas, no mola nada.

Hacer un trekking por la jungla para llegar hasta un mirador y encontrarte a sus pies una montaña de botellas de plástico vacías, pues que queréis que os digamos, a nosotros personalmente nos jode bastante.
O como cuando estuvimos buceando en Sipadan. Allí todo está perfecto porque no hay alojamientos, pero en Mabul, donde nos alojamos, los locales tiraban una parte de la basura al mar y la otra parte la enterraban en la arena, como si eso la fuese a hacer desaparecer. Y la verdad es que no sabemos cuál de las dos cosas nos indignó más.

Como dice Tania…
La Tierra no come plástico…
El Mar no come plástico…
Insostenible
Insufrible
¡No nos podemos callar más!
Los principales responsables de estos actos suele ser la población local, eso lo tenemos más o menos claro. Pero no podemos eludir nuestra parte de responsabilidad, ya que como turistas nos empeñamos en conquistar hasta el lugar más recóndito del planeta.
Y las autoridades tampoco poden eludir las suyas, que aquí hay para todos. Si tú como autoridad pretendes que una gran parte de tu industria sea el turismo, encárgate de crear unos buenos planes de gestión de residuos, formar a la población y, sobre todo, hacer que se cumplan. No todo vale por la pasta, aunque en los tiempos que corre parece que así fuera.
La eclosión del turismo en muchos de destinos ha generado un incremente de residuos que no se ha sabido gestionar, algo en cierta parte lógico, porque son unas necesidades artificiales creadas que antes no se tenían.
Donde antes se envolvía una bola de arroz pegajoso (sticky rice) para llevarse a comer en una hoja de banano, hoy lo hacen en una bolsa de plástico. El problema viene cuando se tira la bolsa de plástico en cualquier rincón como si fuese esa antigua hoja biodegradable de banano.
Donde antes se bebían el agua directamente de los cocos hoy puedes encontrar sitios donde se sirve en vaso, con su respectiva pajita o enlatada, son su pajita también, que no falte nunca por favor.
Donde antes los niños jugaban en la playa con palos, piedras y conchas, hoy han llegado los niños occidentales con sus palas, rastrillos y cubos. Todo de plástico, claro. ¿Y cómo no van a querer también los niños locales esos juguetes tan coloridos?
Ellos tienen que cambiar. Nosotros les podemos ayudar. Pero nosotros también debemos cambiar y no pretender llevarnos todas nuestras comodidades de viaje allá donde vayamos.

¿Realmente necesitas una bolsa de plástico cada vez que compras algo en un viaje? ¿Acaso no llevamos todos una pequeña mochila o bolso en nuestras salidas? Devuélvela, con educación, con una sonrisa. Dile que no la necesitas, y si ya le explicas el por qué lo bordas.
¿Realmente te hace falta una pajita para beberte un refresco? ¡Sí! Es que viajo con niños pequeños. Nosotros también y no las necesitamos. Pero si piensas que no puedes vivir sin ellas que sepas que las venden metálicas pensadas expresamente para poder abandonar el uso de las de plástico. Solo en España se consumen 13 millones de pajitas de plástico al día. Es como para pensar en el abandono de ellas ¿no?

¿Cuántas botellas de plástico gastas en un viaje? ¿No será mucho más fácil llevarte una botella reutilizable y buscar máquinas donde recargar? Y si no las encontrases (las máquinas decimos) siempre puedes comprar una garrafa, que puedes dejar en la habitación de tu alojamiento y rellenar cada día la botella antes de salir. Eso sí, anota ese consejo: La botella que sea de cuello ancho, que poder poner hielo dentro siempre será una gran ventaja. Y si nos ponemos en plan profesional, una botella con filtro purificador ya es lo más..

Con estas tres pequeñas acciones ya estamos reduciendo, y no poco, el uso de plástico en nuestros viajes. Acciones sencillas pero eficientes que podemos aplicar también a nuestro día a día y que son la puerta a la aventura de viajar sin plástico y vivir sin plástico.
Porque realmente con estos pequeños tres pasos apenas se empieza el camino. Imagina en tu día a día todo el plástico que te rodea. Solo fijándose uno a la hora de hacer la compra, o echando un vistazo a los productos que guardamos en el baño de nuestra casa, verás la cantidad de plástico que hay y que con un poco de cuidado -y esfuerzo- por nuestra parte se puede ir reduciendo.

Vivir sin plástico. Objetivo: reducir los residuos
Este es el auténtico caballo de batalla contra el plástico que se ha de librar. Ir eliminando el plástico poco a poco de nuestras vidas es lo que realmente puede cambiar algo. Viajar sin plástico durante los 15-20-30 días de nuestras vacaciones está muy bien, pero mantenerse firmes todo el año es el objetivo que deberíamos tener.
A diario tenemos multitud de momentos donde elegir si usar plástico o no y muchas veces, por comodidad, nos decantamos por su uso cayendo en “la trampa” del reciclaje.
Reciclar esta muy bien, no te vamos a decir lo contrario, pero hay un residuo mucho mejor que aquel que se recicla, y es el residuo que no se genera. Nosotros estamos centrando el artículo en el plástico, pero es aplicable a casi todo en la vida.
Reducir
Reutilizar
Reciclar
Desechar
Reducir los usos/consumos de ciertas cosas. Si no consumimos no generamos residuos.
Reutilizar. Darle una segunda oportunidad a la cosas. Nos han impuesto que tenemos que estar a la última en todo, pero creenos, nos es necesario.
Reciclar. Si no podemos evitar su uso o si ya ha llegado al fin de su vida útil, recicla. Recicla todo lo que puedas. Mejor una lata que una botella de plástico, pero mucho mejor aún una botella o bote de vidrio que una lata.
Y desechar, que debería ser siempre nuestra última opción.
Este ciclo deberíamos tenerlo presente en cada decisión de compra, porque ser un consumidor responsable es la mejor forma de reducir los residuos que generamos e ir acercándonos poco a poco a una vida sin plásticos.
Nosotros hemos ido implantando poco a poco este sistema en nuestra vida y funciona, pero es que además no es solo que reduzcas el plástico, es que a medio/largo plazo es un estilo de vida más barato, con lo cual ahorras, que para unos frikies de los viajes como nosotros pues está genial.
Reducir: Aquí nos hemos vuelto unos expertos. Sin llegar al nivel de asceta, pero unos expertos. Fuera todas -o casi todas- esas compras impulsivas que hacíamos. Ante de comprar algo nos pensamos muy bien si realmente lo necesitamos o si tenemos algo en casa que nos pueda valer y, en caso de que no, también valoramos si conocemos a alguien que lo tenga y nos lo pueda prestar.
Dentro de este punto englobamos también la cesta de la compra, porque hacer una compra consciente reduce notablemente el uso de plásticos y generación de residuos. Un acto tan sencillo como tratar de evitar los grandes supermercados y hacer la compra en el comercio local de toda la vida debería ser un primer paso. Es mucho más fácil negociar como te sirven los productos con el tendero que es amo y señor de su negocio que no con un empleado que se debe a una cadena de mano y está bajo la amenaza permanente de sanción.

Reutilizar: Uno de los puntos más importantes. ¿Vas a tirar algo? Sí ¿A llegado al final de su vida útil? No. Estás son las dos preguntas y respuestas pilares de este punto. Quizás para ti esa cosa ya no sea útil, pero para otra persona sí. Dale una segunda oportunidad, una segunda vida. Reutilizando no solo reduces plástico o residuos en general, también practicas el arte del desprendimiento y el desapego, que viene muy bien. Puedes empezar a usar este método entre tus personas más allegadas, familiares y amigos; para luego ampliar el circulo poco a poco. Seguro que si buscas no te costará mucho encontrar tiendas y/o mercadillos de segunda mano donde llevar tus cosas o grupos de Facebook basados en el trueque o donde directamente regalar aquello que tú ya no necesitas.
Reciclar: Y con reciclar nos referimos al acto de desechar correctamente los residuos. Plásticos, latas y bricks. Carton y papel. Vidrio, que no cristal. Orgánico. Aceites. Pilas y baterías. Medicinas. Etc, etc… Nosotros tenemos la ventaja de vivir en el campo, tenemos espacio para ir acumulando y ahorrarnos continuos viajes a los respectos depósitos de reciclajes y con los residuos orgánicos nos preparamos nuestro propio compost para nuestras plantitas y minihuerto. Si vives en la ciudad, ya sea por decisión u obligación, seguramente tengas menos espacio, pero vale la pena hacer el esfuerzo y separar correctamente la basura. Una vez cojas la rutina lo harás de la forma más natural y no concebirás tirar nada que no esté separado.

Desechar: Lo has comprado, ya ha llegado al fin de su vida útil, tanta para ti como para otros, es imposible de reciclar… pues nada, no queda otra que tirarlo. Bueno, quizás si que queda otra opción, antes de tirarlo piensa si tiene cabida en un “Punto Limpio”. Si es que sí, ya sabes, antes de tirarlo al contenedor normal, mejor al Punto Limpio.
Todo esto puede parecerte muy complicado, pero créenos, no lo es tanto. Si aún así te lo parece, siempre puedes empezar con algunas de las acciones recogidas en la Guía de vagos para salvar el Mundo, ni te imaginas la cantidad de cosas que puedes cambiar sin moverte del sofá y ayudar a solucionar el problema del plástico.
Útiles para viajar sin plástico y vivir sin pástico
Después de toda esta parrafada, de la que te pedimos disculpas anticipadas por la moralina que hemos soltado, como compensación y porque nos gusta también ponerlo fácil, te dejamos aquí una serie de útiles que puedes ir incorporando a tu vida para reducir el uso de plástico y los residuos que generas. Desde los más básicos como las botellas de agua metálicas hasta otros que quizás cuesta un poco más incorporar, como los productos de higiene. Nosotros los hemos ido introduciendo poco a poco y te garantizamos que su uso nos ha sentado muy bien. Muchos de ellos los podrás encontrar en las tiendas de tu barrio, no hace falta que los compres en Amazon, aunque con ello colaboras en el mantenimiento de este blog 😉
Viajar sin plástico y vivir sin plástico es posible, y realmente no es tan complicado.
¡Súmate al cambio!
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