Una vez acabado nuestro periplo por el Cabo de Gata el siguiente destino es Tarifa. Los ilusos de mis padres querían hacerlo en el día, algo más de 400 kms, jeje, lógicamente no contaban ni con el tráfico por un lado ni conmigo por el otro.
Entre que la carretera de la costa no es ni mucho menos una autopista con lo cual la velocidad de crucero es bastante reducida más el añadido de todo el tráfico coches que van hacia las playas hizo que el objetivo de Tarifa quedase rápidamente descartado y se buscase un punto intermedio para parar.
El primer alto en el camino, ya que no es plan de tomar decisiones y mirar mapas al volante, fue la playa de Motril. Stop & Go para darse un bañito y tomar algo en uno de sus muchos chiringuitos de playa, quién dice tomarse algo dice acabar almorzando y decidiendo que mucho más lejos ya no se podía llegar.
Viendo distancias y playas disponibles el lugar elegido es Nerja, la idea era pasar la noche en un camping y ya por la mañana o bien bajar a las playas del cerro de Maro o bien ir a visitar la Cueva de Nerja.
Camping de Nerja |
Al final ni uno ni lo otro porque viendo el ritmo de avance del día anterior desde la mañana y bien prontito a la carretera y a seguir rumbo a Tarifa que quedaba un buen trecho.
Tras unas cuantas horas perdidas en diversas caravanas por fin llegamos al destino.
Breve paseo por Tarifa aprovechado para almorzar y por la tarde a la playa de Valdevaqueros, famosa por ser un “spot” internacional para la práctica del windsurf y kitesurf.
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Valdevaqueros y África al fondo |
Después de pasar la tarde en la playa la idea era dormir ahí mismo con la furgoneta pero al parecer había un campeonato o algo así y el ambiente era bastante más animado de lo deseable y no invitaba nada al descanso.
Nos trasladamos a la siguiente playa, la de Bolonia que era la que teníamos pensado visitar por la mañana y buscamos un sitio para dormir.
Al llegar había montado como una especie de mercadillo hippie en el parking con montón de furgonetas y mi padre pensó que de lujo, que con tanto furgón y caravana era el sitio ideal para dormir.
Montamos la cama y ya cuando llevábamos un rato y se había hecho de noche … sorpresa! todas las furgonetas desaparecieron y algo nos indico que igual no era tan buena idea dormir ahí. Dicho y hecho en menos de una hora: toc, toc, la guardia civil, ¡¡¡habrán por favor!!!. Hay que reconocer que aparte del susto que se llevó mi padre se portaron bastante bien, nos indicaron que no se podía dormir en el parking y que a unos dos kilómetros encontraríamos en una explanada a todas las furgonetas y caravanas que nos había acompañado hasta hace un rato y que ese era el lugar para dormir. Nos libramos de una buena multa por lo pelos.
Después de descansar volvimos a bajar a Bolonia y como era bien pronto aprovechamos y visitamos las ruinas del asentamiento romano de Claudio Baello que se encuentra en la misma playa. Totalmente recomendable.
Ruinas de Claudio Baello |
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En el interior de las ruinas |
Baño refrescante de rigor y rumbo al siguiente y último destino. Los Caños de Meca.
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