Nueva entrega de nuestra sección de entrevistas de cooperación. Os traemos a Sabela, la autora del blog Viajando, Imágenes y Sensaciones.
1.- La primera pregunta siempre es a modo de presentación e introducción para aquellos que no saben de ti ¿Cuéntanos un poco como nace el blog y que tratas de transmitirnos en él?
La idea del blog nació, en un primer momento, como un diario para mantener informados a mi familia y amigos de mis viajes. Al poco empecé a escribir post con toda la información que recopilaba a la hora de organizarlos para que le pudiera ser útil a otras personas. Poco a poco ha ido evolucionando y en él, a día de hoy, intento dar a conocer destinos y lugares menos conocidos o que, de alguna manera, me han resultado interesantes así como una forma de viajar a través de experiencias locales.
2.- Solo hace falta hacer un pasada rápida por el menú de destinos de tu blog para ver que has pisado prácticamente todos los continentes y visitando destinos tan dispares como por ejemplo Fiji, Seychelles, Namibia o Irán. Nosotros te definimos como una viajera ecléctica ( en su acepción griega, de lo bueno lo mejor) pero ¿Cómo definirías tu “yo viajero” o tu forma de viajar?
Es difícil definirse en una sola forma de viajar porque cada destino invita a cosas diferentes. Pero el denominador común de todos los viajes es el contacto con la realidad local. En Fiji, por ejemplo, estuve en una pequeña casa de couchsurfing, nada que ver con los resort o la idea que tenemos de las islas. Doy preferencia a una buena conversación con alguien local que a la visita de un museo, por ejemplo. Para mi, viajar es conocer y descubrir, empaparse de lo que recibes. Es por ello que priman las experiencias ante las visitas a los lugares turísticos, que, por supuesto, no son incompatibles. Me gusta visitar lugares poco turísticos para vivir la realidad del lugar. Visitar los mercados es algo que me encanta hacer allá a donde voy.

3.- Aunque sabemos que nos siempre es así muchos de tus viajes son en solitario, además para nada son viajes cortos y/o sencillos, una prueba de ello es el viaje por Kenia, Tanzania y Uganda durante 45 días en verano de 2016 o el de verano de 2017 por tierras sudamericanas. ¿Qué dirías a todas esas personas que tienen esa inquietud por viajar pero que no se atreven a dar el paso ante la falta de compañeros de viaje?
Yo empecé a viajar sola hace muchísimos años ante la incompatibilidad con las vacaciones de mis amigos y la verdad es que tengo que reconocer que la primera vez me sentí un bicho raro acampando sola en medio de pandillas de gente.
Pero gracias a estar sola conocí a varias personas y descubrí que es una forma estupenda de hacer amigos. Al ir sola (y más si eres mujer) eres mucho más accesible para los demás y hay menos barreras para acercarse a hablar contigo.
Pero la gran ventaja de viajar sola es la libertad absoluta que sientes. Decidir cada minuto lo que te apetece hacer, ya sea quedarte a leer un libro en el hotel, tomarte un café con la chica que conociste en el autobús, dar un largo paseo o apuntarte al plan de alguien que acabas de conocer es algo increíble. No tienes que consensuar nada, solo vas a hacer lo que te vaya apeteciendo sin ninguna presión ni compromiso.
Curiosamente, uno de los miedos más común ante viajar solo es el de aburrirse. Aquí creo que coincidimos muchos viajeros solitarios: viajando solo es cuando menos solo estás. Pocas son las horas en las que no tendrás a alguien a tu lado con el que conversar, sobre todo si viajas fuera de Europa.
Otra de las razones que me dan muchas veces para no viajar solo es que les gusta compartir los momentos. Siempre explico lo mismo. Al estar sola viendo una puesta de sol increíble te empapas más de ese momento, lo interiorizas y lo haces tuyo. Es como si lo vivieras más intensamente. No niego que ha habido momentos en los que he pensado: “si fulanito estuviese aquí, fliparía…” Pero más que por una necesidad de compartirlo es sentir que esa persona no lo esté viviendo también.

3.- Una de nuestras inquietudes cuando viajamos es transmitir a nuestro hijo la aceptación de las diferentes culturas y el respeto por ellas a pesar de que en algunas situaciones, destinos o momentos, puedan ser culturas o tradiciones muy diferentes. De un tiempo a esta parte nosotros vemos con creciente preocupación como desde ciertos sectores se está generando islamofobia y tratando de transmitir a la población. Como viajera – y además mujer – has visitado toda una serie de países de esos que “a priori” nosotros notamos que hay un cierto rechazo nada más nombrarlos. ¿Cuéntanos un poco tus experiencias y sensaciones viajando por países como Irán, Omán, Túnez, Marruecos o Qatar?
Los destinos más turísticos, como pueden ser Marruecos o Túnez son muy diferentes de lo que puede ser Omán o Irán. Pero fuera de los entornos de turismo, en todos ellos te encuentras un denominador común: la hospitalidad. Las mejores experiencias personales de todos mis viajes las he encontrado en estos dos últimos países. Omán e Irán han sido un ejemplo de amabilidad y generosidad sin límite. Tengo muchísimas anécdotas que día a día fui recopilando, pero tal vez la que más me quedó grabada fue en un pequeño pueblo de Irán. Era viernes, por tanto festivo allí, y todo estaba cerrado. Me dediqué a pasear y llegué a una mezquita donde había mucha gente fuera con la vestimenta tradicional negra. Yo iba con mi blusón de flores de colores y pañuelo blanco y dudé si sería bien aceptada allí. Me fui acercando poco a poco atenta a la reacción de las personas y nada más aproximarme una niña se me acercó, me cogió las manos, las juntó y volcó en ellas frutos secos. Seguí caminando y todas las miradas curiosas iban acompañadas de una sonrisa. Unos metros más adelante vi que había una cola de gente que esperaban para recoger una caja de comida. En cuanto me vieron se avisaron unos a otros y el que estaba de primero cogió una caja que fue pasando de mano en mano hasta que, con un gesto ceremonioso, me lo entregaron en las manos. Quedé tan perpleja que aún no había salido de mi asombro cuando un hombre de aspecto humilde se me acercó y puso encima su propia caja de comida. Intenté negarme, pero él insistió y comprendí que sería una ofensa no aceptarla. Seguí caminando con mis frutos secos y dos cajas de comida intentando asimilar lo que había ocurrido… Este es solo un ejemplo de la hospitalidad musulmana pero atesoro decenas de ellos que nunca olvidaré. He recibido muchas lecciones y aprendido mucho en los viajes a estos países.
Tuve la suerte también de tener grandes conversaciones en las que me han explicado qué significa para ellos la religión y cómo la viven. Nada que ver con la imagen fanática que vemos en el telediario. Esa es solo una minoría que hace mucho ruido.
Nos olvidamos de que en Indonesia se concentra el mayor número de musulmanes del mundo con más de 200 millones de creyentes, pero de ellos apenas hay noticias…
Por otro lado, muchas personas me han preguntado por qué viajo a países donde el papel de la mujer queda reducido a una sombra. Tal vez es precisamente por eso que lo hago, porque los países musulmanes que se han abierto al turismo han evolucionado mucho en cuanto a los derechos de la mujer. En Irán fueron varias las mujeres que me dieron las gracias por visitar su país porque creían que el turismo era un camino de apertura. Y así lo ha demostrado Marruecos y Túnez, donde las mujeres han ido ganando derechos y visibilidad.
Me gustaría destacar también que los dos países más seguros en los que he viajado por ahora han sido, precisamente, Irán y Omán.

El extra de trabajo supone, simplemente, cerciorarte de que las agencias cumplen los parámetros de turismo sostenible y responsable. No siempre es fácil, pero poco a poco hay más certificaciones que pueden ser una buena guía a la hora de decidir por una compañía u otra. Aunque a veces es más sencillo que todo esto. Simplemente tienes que intentar contratar agencias y guías locales.
Nos sucede muchas veces que, en nuestro empeño de ser viajeros independientes, dejamos de apoyar la sostenibildad del turismo y queremos ahorrar a toda costa. Nos olvidamos de que esa pequeña aportación que puede suponernos el pago de un guía es la fuente de ingresos para una familia. Aparte de estar apoyando la economía local, es posible que tengas la oportunidad de tener buenas conversaciones y conocer la vida real del lugar y acabes tomándote un té con el guía mientras juegas con sus hijos. Creo que no debemos pasar por los lugares sin más, creo que hay que sentirlos, vivirlos, respetarlos y apoyarlos.
La responsabilidad abarca varios aspectos, no solo el económico. Tenemos que tener en cuenta el medio ambiente e intentar, por ejemplo, no dejar desechos no orgánicos en lugares que es posible que no exista el reciclaje. Por otro lado, el agua es un recurso muy preciado en muchas zonas y el hecho de estar en un hotel con un buen baño no significa que nos demos duchas de horas. Estas son pequeñas actuaciones que, entre todos, ayudarán a dejar la menor huella posible.
Sobre el aspecto social hay dos temas, para mi, a destacar. Uno es el respeto a los valores y tradiciones y el otro es un tema más delicado, las fotografías. A todos nos gustan los retratos de personas que nos resultan diferentes y muy fotografiables, aún más, si son niños. Debemos ser respetuosos con este tema y pedir permiso a sus padres, es cuestión de ética. Por otro lado, hay culturas donde ser fotografiado lo consideran algo muy negativo y hay que respetarlo.
Uno de los viajes que más me impactó negativamente y donde vi el deterioro y corrupción por culpa de un turismo irresponsable fue en Etiopía. Lanzar dinero a los niños desde los coches, visitar poblados con el único interés de llevarte unas buenas fotos y otras acciones más, es totalmente irrespetuoso. No quiero extenderme en el resultado de hacer un turismo de “rey mago”, pero resumiré que las famosas quejas de que en algunos lugares ven a un blanco como un dólar con patas no viene de la nada, si no de la consecuencia de las malas prácticas.

5.- Llegó el turno de hablar de cooperación. Sabemos que has realizado diversas acciones de voluntariado o colaboración con ONG’s, aunque no el detalle de las mismas, salvo el voluntariado realizado el Kenia. También sabemos porque lo hemos leído que ese voluntariado te supuso un fuerte desgaste físico y emocional. ¿Cuéntanos por favor en qué consistió el voluntariado, cómo de avanzado va el proyecto y las formas de colaborar que tiene la gente en él? pero también ¿Qué opinión o qué sentimiento ha quedado después de vivir esa experiencia?
Antes de este voluntariado en Kenia, había realizado en otras ONGs diferentes pequeñas acciones desde España. Mi principal ayuda ha sido siempre la de realizar gratuitamente diseños de material educativo o cartelería. Tenemos que recordar que se puede ayudar de muchas maneras con nuestro trabajo sin tener que ir al extranjero.
Como muchas otras personas, yo también sentí la necesidad de vivir la experiencia del voluntario internacional y me puse a buscar información en diferentes medios. La verdad es que quedé sorprendida con la cantidad de empresas que organizan este tipo de “turismo solidario”. Yo tenía claro que no quería ir una semana a dar clases de nada, sabía de lo infructuoso de esa acción, que más que ser beneficioso para los niños, sería una simple experiencia para mi. Quería hacer algo que fuese realmente necesario. Después de mucho investigar, contacté con una blogger (Kris, de Kris por el mundo) que había hecho diferentes voluntariados en su viaje por África. De todos los que le leí me llamó la atención el de Kibera, uno de los suburbios más grandes del planeta. Contacté con el coordinador y acordamos que mi labor consistiría en promover la escolarización de niñas en alto riesgo de exclusión social. Este proyecto ya lo llevaba desde hace tiempo, pero sin ningún soporte. Lo que tenía que hacer es entrevistar a las doce niñas que serían incluidas en el proyecto, sacarles fotos y grabar vídeos. Con todo este material haría una web para su mayor difusión. Y este fue el trabajo que hice. Recorrí la barriada buscando las casas de las niñas y escuchando sus historias. Varias de ellas huérfanas desde pequeñitas y que llevaban esperando uno o dos años a ser escolarizadas en bachillerato (no es ni obligatorio ni gratuito en Kenia). La experiencia fue muy dura y agotadora. Durante la semana que estuve recopilando datos y haciendo la web, me quedé a vivir con una de las chicas de la ONG, en pleno suburbio, aunque no en los sitios peores, como bien pude comprobar nada más salir de su casa.
Vivir con ellos y conocer tantas historias de pobreza extrema, enfermedades, violaciones y muerte, me marcó profundamente.
Tanto fue así, que al llegar a España empecé a promover el proyecto entre mi familia y amigos, así como contactos del Facebook. Necesitaba gente que aportara su granito de arena para poder escolarizar a esas niñas y darles la oportunidad de tener un futuro. Ya no digo de un futuro mejor, no, digo, un futuro. Las niñas escolarizadas son enviadas a un internado a 500 km de Nairobi y vuelven a sus casas un mes después de cada trimestre. En ese internado se les garantiza los estudios, libros, cama y tres comidas, algo inalcanzable en Kibera. Además, están apartadas de un entorno realmente terrible y donde las posibilidades de caer en la droga, prostitución o alcoholismo son altísimas. Ya no hablo de las enfermedades y muertes por electrocutación.
Así que empecé mi pequeña campaña y entre más de 40 personas hemos conseguido escolarizar a 8 niñas. Cada uno ha hecho la aportación que ha podido, desde 10€ a la escolarización completa por parte de algunas personas. El coste del año escolar completo es de casi 500€ (dependiendo del cambio de divisa del momento). Algunas de ellas tuvieron la oportunidad de empezar en el último trimestre del curso anterior (empiezan en enero y acaban en diciembre) y consiguieron aprobar, con lo que este año empezaron en 2º de bachiller. Es un gran logro, pero queda mucho por hacer.
Después de mi experiencia en Kibera se me revolvió todo. Quedé agotada emocionalmente y físicamente. Emocionalmente porque es imposible que no te afecte ver tanta pobreza y escuchar historias terribles. Físicamente, porque el entorno era de lo más desfavorable que he vivido y entre las caminatas que me pegaba y entre el no dormir por los ruidos cada noche, cuando terminé la semana cambié los planes previstos y me fui 4 días a descansar. Solamente necesitaba estar sola y descansar. Cosas tan sencillas como ducharme, el silencio, la limpieza y el orden era algo que, en tan solo una semana, echaba mucho de menos. Y que conste que ya había vivido en zonas y casas muy humildes, pero este entorno fue extremo.
Después de experiencias así empiezas a relativizarlo todo. A quitarle importancia a problemas que son del nuevo mundo y a valorar las cosas más sencillas. El mundo es demasiado injusto, pero no nos queda más remedio que convivir con ello y, desde mi punto de vista, aportar nuestro grano de arena para que sea algo más fácil para los que no tienen absolutamente nada.
La web del proyecto es Kibera Girls Scholarship: https://kiberagirlsscholarship.wordpress.com, por si alguien tiene interés en tener más información. También escribí un artículo sobre Kibera: http://viajandoimagenesysensaciones.com/2016/09/01/voluntariado-kibera-kenia-la-barriada-mas-grande-africa/
El post sobre el proyecto es: http://viajandoimagenesysensaciones.com/2016/08/26/proyecto-apadrinamiento-12-ninas-kibera-hamlets-kenya/


6.- ¿Qué condiciones crees, desde tu experiencia, que se tendrían que dar tanto por la organización donde vamos a realizar el voluntariado como por parte de los voluntarios que acuden al lugar para que la relación/experiencia sea fructífera?
Creo que hay que ser muy cuidadoso a donde se va a ir a realizar el voluntariado. Por desgracia existe trampa en algunas agencias que se encargan de tramitar este tipo de “experiencias”. La mayoría de la gente busca estar una semana con niños dando clases de inglés o español, sacarse muchas fotos y vivir esa experiencia. Pero tenemos que ser críticos con nosotros mismos y preguntarnos qué queremos realmente. ¿Acaso consideramos beneficioso o útil para un niño que durante una semana vaya un extranjero a darle clases? Creo que hay muchas más formas de ayudar realmente. Existen muchos proyectos con los que trabajar, por ejemplo, en realización de huertos, construcción de aulas, formación de adultos. Acciones que realmente dejen una huella positiva.
De todas formas, este es mi parecer después de haber visto mucho turismo solidario que me ha hecho cuestionar el real beneficio para las comunidades. Creo que lo que realmente es válido son los voluntariados de largos periodos, pero, evidentemente, no siempre podemos realizarlo.
7.- Y por último, como también es costumbre en nuestras entrevistas, tienes pista libre para poder cerrar esta charla lanzado el mensaje que desees.
Me gustaría finalizar recalcando la importancia de nuestras acciones cuando viajamos. La repercusión de nuestros actos son mucho más grandes de lo que imaginamos. Gestos como dar dinero a los niños es algo que tiene una repercusión muy negativa. Nunca olvidaré cuando leí que en Etiopía amputaban miembros a los niños para que diesen más pena y que los turistas dejasen más dinero. Es algo para reflexionar mucho. El respeto por las personas, la cultura, el medio ambiente y los animales, debería estar reflejado en cada momento de nuestro viaje. No podemos olvidar que somos invitados, aunque estemos viajando a países muy pobres donde el sentimiento de pena de unos o de superioridad de otros, hace cometer errores que a largo plazo pagaremos todos.
Muchas gracias Sabela por aceptar esta entrevista que tanta ilusión nos hacia y acercarnos tu visión sobre este pequeño pero importante apartado del mundo de los viajes que es el Turismo Responsable y la cooperación.
Sabela es, además de una gran viajera, una gran persona. ? Siempre es un placer coincidir con ella…
Con lo poquito que he tenido el gusto de tratarlo pienso lo mismo. 🙂