Ver orangutanes en Borneo, conocer a los “Orang Utan” -los hombres del bosque- fue el principal motivo por el que incluimos la visita a esta mítica isla en nuestro viaje de dos meses por Asia.
Tabla de contenidos
La difícil situación de los orangutanes en Borneo
Si tu también eres de los que prefieres ver a los animales en libertad te recomendamos que viajes lo antes posible para poder hacerlo. Viaja antes de que la codicia humana en forma industria maderera primero y de plantación de palma en la actualidad acabe con lo poco que queda de su hábitat.
En las selvas de Borneo y Sumatra no hace mucho más de un siglo se calcula que habitaban cerca de 300.000 ejemplares de orangutanes, reducidos a unos 60.000 en la década de los 90 y a poco más de 20.000 en la actualidad. Con estos números su futuro no es nada alentador y ya hay informes sobre la mesa explicando que es una especie irremediablemente avocada a la extinción.
Nuestra experiencia en Sepilok
Viajando con niños pequeños, Magec había cumplido cinco años apenas unos días antes en El Nido en Filipinas, de las posibles opciones para ver orangutanes en Borneo la que nos parecía más óptima era ir a Sepilok, que además justo nos quedaba de camino rumbo a Kota Kinabalu volviendo de bucear en Sipadan.
Nosotros aparte de en los “feeding time” -más adelante ya os contaremos en que consisten- tuvimos la fortuna de ver orangutanes dos veces más, en total libertad, durante el trekking que hicimos por libre en el sendero que hay marcado dentro del parque.

Caminar en medio de la selva, acompañado por sinfonía orquestada por cientos de aves y de golpe hacerse el silencio, para dar paso al sonido de hojas y ramas moviéndose, verte a ti mismo buscando de un lado a otro, tratando de descifrar por dónde van a aparecer -y si vas a ser capaz de verlos- cuando de pronto están ante ti, colgados de una rama, mirándote, casi tan asombrados de verte como tu a ellos.
Difícil de describir las emociones del momento, pero, aunque el encuentro apenas dure unos segundos, bien vale la pena recorrer los miles de kilómetros que separan nuestras casas de la isla de Borneo.

Así fue nuestro primer encuentro con ellos durante el trekking. El segundo lo tuvimos de regreso a la salida, cuando un orangután se nos cruzó en el camino y acabamos abrazados a él, o más bien él a nosotros. Ya pasado el tiempo de ese encuentro, y con la calma que da la distancia, está claro que no supimos gestionar el momento, porque os aseguramos que no es una sensación nada agradable tener un pequeño forcejeo con un orangután en medio de la selva y sin ningún guía local que te explique como actuar.
Os relatamos tal cual vivimos esos minutos, como actuamos, lo que pasó y lo que pasado el tiempo creo que deberíamos haber hecho para salir algo más airosos de la situación. Nosotros creemos que tenemos ya la lección bien aprendida y esperamos que tomes apuntes, por si te ves en una situación igual, no cometas los mismos errores que nosotros.
(Las fotos de móvil y medio a la carrera, de ahí que estén borrosas y cortadas, pero no daba para más la situación)
Volviendo del pequeño trekking por la selva, llegando casi ya a la salida del parque, nos encontramos con un orangután -de mediana edad creemos- que venia caminado por el sendero en nuestra dirección. Ya habíamos leído que lo mejor no es entrar en contacto con ellos, porque aunque a simple vista no lo parezca tienen una fuerza descomunal. Así que visto el panorama y como yo iba en cabeza y Tania y Magec unos cuantos metros más atrás, pues media vuelta y rumbo a su encuentro para avisarles y de paso ver si teníamos suerte y al orangután le daba por subirse a los árboles, que es su zona habitual de desplazamiento.

Una vez alcanzados Tania y Magec teníamos tres opciones:
1.- Dar la vuelta y dejar que nos siguiese a ver si se cansaba. ¿Pero dar la vuelta a dónde? Solo hay un punto de salida y dar la vuelta significaba alejarnos de él, algo que no nos pareció buena idea ya que teníamos que coger el bus rumbo a Sandakan, donde estábamos alojados.
2.- Tratar de despistarlo saliéndonos del camino y rodeando algunos árboles, algo que cuando estás allí no parece muy sencillo ya que la selva es bastante espesa, por no hablar que salirse del camino y meterse en la selva es adentrarte aún más si cabe en sus dominios.
3.- Apartarse a un lado del camino e ignorarlo, algo que habíamos leído que puede funcionar, ya que ellos a veces lo único que quieren es seguir su camino y si no les haces caso ellos a ti tampoco

Optamos por la tercera opción pero no funcionó y el orangután decidió que iba a explorarme un poco, empezó con levantarme la camiseta y meterse debajo a ver que había. Al principio, dentro del nerviosismo y la tensión de la situación, intentando mantener la calma. Calma que se acabó cuando empezaron los tirones de la camiseta y del brazo, tirones con unas manos que le daban dos vueltas a mi antebrazo.

La idea de pelearme con un orangután no entraba para nada en mis planes, pero tampoco el estarme quieto a su merced, es ahí cuando inicias un ligero forcejeo a ver si te suelta y te das cuenta de que va a hacer contigo lo que le apetezca, ya que ni se inmuta ante tus tirones. ¿Puede ir peor?
Pues si, con toda la tensión del momento, ya gritando a Tania que cogiese a Magec y desapareciese de allí mientras los dos estaban muertos de la risa, porque viajando con niños cualquier situación, siempre, por rocambolesca que parezca, puede valer para echarte unas risas, va Tania y me suelta: “cuidado que te muerde”.
Y cuando ves esos dientes tanteando tu antebrazo solo tienes dos opciones.
Se te para el corazón y te entregas definitivamente a tú destino o el subidón de adrenalina te hace olvidar toda prudencia, coges tú cámara fotográfica, armada con un maravilloso teleobjetivo 70-300 mm y la plantas entre los morros del orangután y tú brazo.
Gesto que le debe hacer más gracia que otra cosa, pero que es efectivo porque te suelta, pero te suelta para agarrarse al objetivo y durante unos segundos de interminable lucha asumes tu error, aceptas que ellos son los propietarios legítimos de la selva y que es justo pagar un peaje para salir de ella.
Así que con todo el dolor de tu alma aprietas el botón del cuerpo de la réflex y ves al orangután feliz y contento como se aleja para encaramarse al primer árbol con tu objetivo y abrirlo a golpes, suponemos esperando encontrar algún tesoro dentro de él.

Pasado el tiempo está claro que no elegimos la mejor opción, quedarse quieto pretendiendo convertirte en un camaleón y pasar desapercibido debería ser tu última elección. Dentro ya de esa elección además nos lo montamos muy mal.
El orangután solo quería jugar, sentía curiosidad. No hay que olvidar que es de los simios más emparentados con el hombre y nos ve casi como iguales. Aparte de que aunque en Sepilok vivan en libertad están dentro de un centro de rehabilitación y por lo tanto acostumbrados al trato con humanos.
Una vez ya lo tenía enganchado podría haber optando por quitarme la camiseta que fue a lo primero que se agarró, ofrecerle la gorra que llevaba puesta o cualquier otra cosa que pudiese haber llamado su atención, seguro que le hubiese valido y no hubiese tenido que sacrificar el objetivo. Cosas que con la tensión del momento no se te pasan por la cabeza, pero que esperamos que le pueden valer a cualquiera que lo lea por si se encuentra en una situación similar.
Afortunadamente no pasó nada, pero si nos dejó clara una cosa, por muy responsablemente que pretendamos acercarnos a los animales salvajes, no dejamos de ser unos intrusos en su hábitat y además perdemos nuestra supuesta relación de superioridad con ellos. En medio de la selva somos uno más y debemos extremar las precauciones al máximo, más aún cuando viajamos con niños.
Eso si, a pesar del susto, podemos asegurar que valió mucho la pena, vimos los orangutanes del feeding time y de la guardería, más los dos encuentros en medio de la selva, así que objetivo cumplido y más que contentos que nos fuimos del parque habiendo alcanzando uno de los imperdibles durante nuestra visita a Borneo.
Esta fue nuestra experiencia, como nosotros la vivimos y si mañana me dijesen de volver y repetir, lo haría con los ojos cerrados, sin ninguna duda.
Si has llegado hasta aquí porque estás pensando en viajar a ver orangutanes a Borneo, te dejamos con toda la información práctica para que puedas organizar la visita a Sepilok por libre y de la forma más sencilla.
¿En qué consiste la visita a Sepilok para ver orangutanes?
En 1963, cuando Malasia obtuvo la independencia de la Corona Británica, proclamó a los orangutanes como especie protegida, prohibiendo su uso como mascotas, que era el destino de muchos de ellos ante la deforestación provocada por la industria maderera instalada en Borneo que estaba devorando la selva a pasos agigantados.
Con esta prohibición todos esos orangutanes, que había sido sacados de su hábitat siendo unas crías y que tenían su instinto de supervivencia totalmente anulado, tenían un futuro poco prometedor, por lo cual la región de Sabah casi que se vio obligada en 1964 a fundar el Centro de Rehabilitación de Orangutans de Sepilok, formado por unas 4.300 hectáreas de selva y situado en la región de Sandakan, antigua capital de la colonia Británica.

A día de hoy la industria maderera a quedado en un segundo plano, dejando paso a una industria aún más destructiva si cabe, las plantaciones de palma para obtener su codiciado aceite. Industria que está arrasando con el hábitat de los orangutanes de Borneo, haciendo del centro de rehabilitación un lugar casi más imprescindible de lo que era cuando se creó hace ya más de 50 años.
La visita al parque se organiza de la siguiente forma:
Precios de las entradas
Al llegar puedes ir a retirar las entradas. El precio de la entrada son 30 RM los adultos y 15 RM los menores de 17 años. No se especifica a partir de que edad se empieza a pagar, en su día Magec con cinco años no pagó.
También hay que pagar por las cámaras fotográficas, 10 RM. Parece que no hay mucho control sobre este tema, pero hay carteles indicando que si te piden los tickets dentro del parque y no has pagado el de la cámara serás expulsado sin oportunidad de pagar y reingresar de nuevo.
Debes tener en cuenta que al parque no se puede entrar con prácticamente nada, mochilas, repelentes, comida, agua, etc … deben quedarse fuera en las taquillas. Al parecer los orangutanes son amigos de lo ajeno, y no solo los orangutanes, ya que también hay macacos y monos de cola -y mano- larga.

Una vez dentro del parque hay un pequeño recorrido por pasarelas que te lleva a la zona de avistamientos, donde se realiza el feeding time, que consiste en una alimentación programada, donde un ranger se acerca a una plataforma para dejar comida con un cesto de frutas. Siempre las mismas, con la intención de que los orangutanes acaben aburridos del menú y cada vez se adentren más en la selva en busca de nuevos sabores. El día que no vuelven se dan por reintegrados en la naturaleza.
Horarios del parque y las comidas en Sepilok
Los turnos de comida son a las 10.00 AM y las 15.00 PM.
Y el horario del parque es 9h a 17h, aunque las taquillas para adquirir la entrada solo abren de 9h a 11h y de 14h a 15.30h.

Una vez finalizado el feeding time puedes pasar a la guardería donde se encuentran las crías de orangután en su primera fase de rehabilitación o bien, como hicimos nosotros, adentrarte en un pequeño trekking que hay marcado unos tres kilómetros dentro de la selva. Este sendero te lleva por diferentes puestos de observación y también se acerca a unas cascadas.


Nosotros hicimos poco más de un kilómetro, hasta la primera torre de observación para aves, que fue donde nos encontramos con el primer orangután.

El camino no tiene pérdida ya que todo lo que hay a su alrededor en una extensa y espesa selva que impide salirte del sendero. Es un camino bastante sencillo y la mayor dificultad consiste en ir de vez en cuando saltando algún que otro obstáculo en forma de árbol caído y, especialmente, soportar el calor y la terrible humedad del lugar.

Si no quieres estar toda la jornada en el centro de rehabilitación de orangutanes puedes acceder a primera hora, ver el primer turno de comidas, hacer el sendero que os llevará a buen ritmo una hora o poco más y salir para poder realizar alguna visita complementaria, como el Borneo Sun Bear Conservation Centre o un paseo por las alturas entre las copas de los arboles en el Rainforest Discover Centre.
¿Dónde dormir para ir a ver los orangutanes en Sepilok?
Hay dos opciones bien diferenciadas. Podemos optar por dormir en Sandakan o bien, si solo nos interesa hacer la visita a Sepilok, dormir en algunos de los alojamientos que hay en los alrededores del parque y que están bastante integrados en la naturaleza.
En ambos lugares hay opciones para todos los bolsillos, aunque es bien cierto que en Sandakan se podrán encontrar mejores precios.
¿Qué nos va a hacer decantarnos por un lugar o otro? Pues nuestros intereses.
Sandakan, sin ser la ciudad más bonita que hemos visto en Asia, ni la más fea, nos parece que tiene el suficiente interés cultural como para dedicarle mínimo un día de visita.
Nosotros dormimos en Sandakan, llegamos bastante tarde por la noche y no nos molestamos mucho en comparar alojamientos pero en toda la zona centro hay bastante oferta donde elegir como para darse un paseo si uno va con tiempo y poder comparar la relación calidad-precios de varios alojamientos.
¿Cómo llegar a Sepilok para ver orangutanes?
Sepilok se encuentra a 26 km de Sandakan.
Si nos hemos alojado en Sandakan se puede ir perfectamente en transporte público desde Sandakan hasta Sepilok.
Si hemos optado por la opción de dormir en Sepilok podremos llegar andando o bien en trasporte privado, ya que algunos alojamientos incluyen el servicio de lanzadera hasta el parque.
Desde Sandakan la línea 14 de autobus, que se coge entre la base naval y el Superstore Milimewa, por 4 RM/trayecto (precios de 2016) nos llevará hasta el parque.
El trayecto dura aproximadamente unos 45 minutos y te deja en la puerta del parque, con el tiempo justo para dejar las mochilas en consigna, pagar la entrada y llegar al primer fedding time a las 10 de la mañana.
Los horarios de estos autobuses son:
Sandakan – Sepilok: 09.00h – 11.30h – 14.00h – 17.00h
Sepilok – Sandakan: 06.30h – 10.30h – 12.30h – 16.00h
El de las 9.00h y el de las 14.00h te permiten llegar justo a las horas de las comidas. Para el regreso uno no puede despistarse porque a las 16h es el último, antes de la hora de cierre del parque.
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Un saludo y gracias por la info,
¿sabes de alguna época del año/día de la semana en la que se pueda ver a los orangutanes en sepilok sin una marabunta de gente?
Todo el mundo nos dice que el rato para verlos (hora de comer y demás) se pone hasta la bandera de turistas y es un poco agobiante.
Hola, cuando estuvimos nosotros si que por la mañana había bastante gente, demasiada. Por la tarde se estaba mejor, aunque también había bastante gente.
Aparte de en los feeding time, que es donde más gente se acumula, luego también se pueden ver por los alrededores, y si os animáis a caminar hacía el interior de la selva, quizás tenéis fortuna y los veis también, solos, como nosotros.
Aún con gente os digo que vale la pena. Nosotros lo disfrutamos mucho.
Gracias!!! 🙂 🙂 🙂
De nada! ?
Hola
Cómo llegasteis a sandakan?
Fuisteis a bako?
A Sandakan llegamos en bus desde Semporna. En general a todos los sitios pueden llegar en todos los sitios en bus.
A Bako tb fuimos, desde Kuching. Por el blog encontrarás la información.